Jaime Barrientos González

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6 may 2010

CARTA BLANCA PARA LOS PEDERASTAS


Ahora que desde el Gobierno se habla de revisar y endurecer las penas contra los menores que delinquen y que se há decidido emancipar a los inmigrantes mayores de 16 años, no estaría de más hacer lo mismo con la patente de corso de la que gozan los pederastas en España desde la reforma del Código Penal en 1995. Un escándalo al que asiste impotente el GRUME (Grupo de Menores de la Policía Nacional) y que denuncian psiquiatras infantiles y psicólogos forenses como Javier Urra, ex Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid.

 “Te la chupan y encima te dan dinero... ¿Cómo vas a decir que no?” Quien así habla es uno de los menores marroquíes que, para sobrevivir en la calle en ciudades españolas como Madrid o Barcelona, han tenido que elegir entre robar, vender drogas o prostituírse. “Si haces lo primero o lo segundo la Policía te puede coger pero yendo con hombres nadie te detiene”. “En el puerto, en Tánger, algunos chicos mayores te hacían lo mismo y no te pagaban: si no querías, te pegaban...” confiesa otro niño “chapero”. Muy protegidas las mujeres en Marruecos y muy caras las prostitutas, algunos jóvenes y adultos se “alivian” sexualmente con menores. Y es que un niño es lo más parecido a una mujer... De lo dicho no se debe inferir que en el reino alauita la pederastia no es un delito, “buena prueba de ello -aclara un educador de esta nacionalidad que trabaja desde hace años con los niños de la calle- es que un comisario de la Policía que, con coacciones, había abusado de decenas de estos menores prevaliéndose de la situación de abandono en la que se encontraban y de su posición, fue fulminantemente destituído y condenado a más de 30 años de carcel.”
Así las cosas, cuando estos pequeños llegan a España, son un caldo de cultivo idóneo para los abusos de los pederastas que, como lobos, acechan a sus víctimas y las eligen entre lo más deprimido de la sociedad. No reniegan de los niños españoles pero, al saberlos más protegidos, eligen a los recién llegados.
Antes sus preferidos eran portugueses. Luego se decantaron por los gitanos rumanos y búlgaros pero estos, aún viviendo en chabolas y en condiciones ínfimas, llegan a España con sus familias. Los abusadores lo saben y temen que, antes o después, puedan decírselo a sus mayores y ser denunciados o extorsionados por eso en la actualidad sus presas más codiciadas son los niños marroquíes que vienen solos a nuestro país escondidos entre los ejes de los camiones o en el interior de los maleteros de los autobuses de turistas.
Uno de los pocos casos que salió a la luz pública se produjo hace un par de años en Algeciras: varios adultos fueron descubiertos en el interior de sus vehículos manteniendo relaciones con menores marroquíes tutelados en la residencia infantil de El Cobre gracias a la denuncia de sus educadores que estaban con la mosca detrás de la oreja al ver que algunos niños a su cargo disponían de más dinero del que deberían tener.
A pesar de que son varios los artículos del Código Penal (179, 183, 187 y 188, entre otros) los que condenan la pederastia y los abusos a menores, sólo es denunciada una mínima parte de estos hechos: la punta del iceberg. Y no es que la Policía no lo sepa, sino que no puede actuar. Están atados de pies y manos merced a una extraña Ley aprobada en 1995 que admitía que un niño o niña de doce años diera su consentimiento para tener relaciones sexuales con adultos. Desde distintas instituciones se luchó por su modificación. Para Javier Urra, en la actualidad psicólogo forense de la Fiscalía de menores, se trata de una aberración jurídica. “En septiembre de 1996, cuando juré el cargo de Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid -aclara- dije que lucharía por elevar la edad de consentimiento y así lo hice. Fui llamado al Congreso de los Diputados y al Senado y, al final el artículo 185 fue modificado pasando la edad de consentimiento de doce a trece años. Como me sigue pareciendo una barbaridad porque a esa edad no se tiene libertad para decidir, un niño sigue siendo un niño y no madura tan rápidamente como se cree, sigo batallando desde otras instituciones como UNICEF para que, al menos, se llegue a los catorce”.

Las argumentaciones que se le dieron en las dos altas instancias del Estado para no subir la edad de consentimiento se fundamentan en razones tan peregrinas como que la etnia gitana se une sentimentalmente muy pronto, que se podrían penalizar situaciones como la de que un/a niño/a esté enamorado/a de un/a joven de corta edad (15 ó 16 años) y que se quiere dar una gran libertad también en el aspecto sexual a los niños.
“Sin embargo -continúa Javier Urra- en la práctica resulta que esta norma se convierte en una puerta abierta para que muchos abusadores (el 95 por cien son hombres) digan que el/la menor consintió cuando la mayoría de las veces no es verdad. Yo les diría a los legisladores y a la ciudadanía que no se equivoquen, que existen muchas zonas muy deprimidas aún en España y que en ellas los pederastas, con ofertas económicas, pueden conseguir sus objetivos”
Y este es precisamente el problema con el que se enfrentan los miembros del GRUME (Grupo de Menores de la Policía Nacional) consultados por INTERVIU: “Aunque encontremos al niño o a la niña en la cama con un adulto/a no podemos hacer nada si dice que lo hace por gusto. Y claro, el/la menor, que muchas veces no tiene otra forma de sobrevivir en la calle que prostituyéndose, no va a decir lo contrario por miedo a quedarse sin trabajo... Lo mismo pasa si encontramos al abusador entregándole dinero en plena calle: contestará diciendo que ha estado trabajando de asistenta o de cualquier otra cosa que se le ocurra pero nunca lo reconocerá.”
Consultado el actual Defensor del Menor en la Comunidad del Menor, Núñez Morgades, asegura no haber recibido ninguna denuncia sobre prostitución infantil y “por eso no tenemos ninguna opinión al respecto...”.
La situación es aún peor si, como en el caso de Madrid, el GRUME cuenta con tan pocos efectivos,tras la marcha el año pasado de 16 de sus miembros, que en el turno de tarde, actualmente, sólo hay dos agentes para toda la Comunidad. “Así -reconocen- malamente vamos a poder no sólo investigar, sino simplemente estar presentes como elementos disuasorios en los lugares y a las horas en las que esas personas compran los servicios de los/as menores.”
Todo puede volverse todavía más horrible para los menores y mucho más sencilla para los pederastas si, como pretende Cardenal, el Fiscal General del Estado, se decide emancipar a los menores inmigrantes mayores de 16 años y considerarles así mayores de edad.
La situación en las plazas de Espanya y de George Orwell, en Barcelona, y en Sol y en las calles Infantas y Almirante., en Madrid, es escandalosa, según denuncian varios educadores de ONG´s que se dedican a proteger a la infancia. “A partir de las doce de la noche y hasta las dos de la madrugada es habitual ver a grupos de chavalines norteafricanos esperando en la acera a que pasen los vehículos. Marchan a poca velocidad, bajan la ventanilla, apalabran el precio, abren la puerta, el menor, que no levanta dos palmos del suelo, se monta y ambos desaparecen hacia Dios sabe dónde...”.


No está demostrado que exista una red organizada de pederastas, que tal vez sí la haya, pero se conocen entre ellos y se avisan unos a otros de quien puede ser problemático/a. Porque, claro, “los/as menores tampoco son tontos -reconoce otro trabajador social- y en muchas ocasiones acompañan al pervertido hasta su vehículo o vivienda y, una vez allí, sabiendo que no van ser denunciados en ningún caso porque el adulto está cometiendo un delito, a punta de navaja, le quitan todo lo que pueden: una pequeña venganza por destruir su infancia”.
Varios de los jóvenes norteafricanos que trapichean con pequeñas cantidades de hachís en las inmediaciones de la plaza de Chueca, en pleno barrio gay de Madrid, aseguran no tener nada contra los homosexuales que frecuentan la zona: “Al contrario: muchas veces nos tratan mejor que los que no lo son y que nuestros propios compatriotas; se preocupan por nosotros y, a veces, hasta nos ayudan invitándonos si no tenenemos dinero para pagarnos la cena” pero, sabedores de que puede haber algún pederasta emboscado, reconocen que “cuando vemos a un menor marroquí rondando por aquí, como sabemos a lo que viene, le echamos y, si no quiere irse, se lleva un guantazo...”. Y es que tanto los vecinos del barrio como los que venden hachís al por menor “no queremos problemas”. Visitación González, tesorera de la Asociación de Vecinos de Chueca dice que si bien no puede probar que haya prostitución de menores en la zona “si existe un grupo de tres o cuatro niños marroquíes de doce, trece y catorce años que se dedican a atracar a la entrada de la plaza. Los más malos son uno rubio y otro muy moreno: creemos que son los mas mayores los que les mandan a robar...”. “Chaperos hay bastantes y son de todos los países -continúa-. También hemos visto niñas lesbianas de trece o catorce años dándose “el lote” con chicas mayores, de unos 19 ó veinte años pero parece que lo hacen por gusto, no creemos que sea por dinero.”. Asegura que antes había más prostitución en la plaza pero que ahora se ha derivado hacia la calle de Almirante, que pertenece al barrio de Justicia.
Consultados varios porteros de esa calle, uno de ellos reconoce que “hay chavalillos que hacen la ronda por aquí pero como cerramos las puertas de la calle muy temprano, sobre las diez de la noche, tampoco podemos ver mucho...”. “Una vez, cuando abrí la portería a las siete de la mañana, -recuerda otro- tuve que despertar a un chico que estaba acurrucado durmiendo en las escaleras”. Y es que, si no tienen la “suerte” de encontrar a un pederasta que les solucione la noche, “tienes que buscarte la vida como puedes y ahora que ya ha llegado el frío, la calle es muy dura - confiesa Manuel, un chapero que ahora tiene 18 años pero que empezó en la prostitución hace dos- Hay veces que vienes tarde porque has estado por ahí y te pones a las dos de la noche y no te sale ningún cliente. Yo, a veces, he tenido que esperar hasta las seis de la mañana, y nada...”

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