Jaime Barrientos González

Bienvenidos a mi Blog
jaimebarrientosgonzalez@hotmail.com

16 jun 2009

"Los extraños casos del doctor Normand"




LA MUERTE ES FRIA
Sonó el móvil. La llamada era de mi amiga Mercedes Moreno, una de las primeras mujeres que logró ser comisario en España.
-Javier, ¿Has oído lo que han dicho en el programa “Amor a primera Visa”?: Paulina Gormaz ha muerto.
La fallecida era una de esas “desocupadas oficiales” de familia bien de toda la vida y yo me había encontrado con ella ocasionalmente en alguna de las fiestas de la embajada de Karajistán. Nieta, hija, hermana y madre de diplomáticos, desde muy niña se acostumbró a ver en casa a políticos, empresarios y personajes del Gotha mundial. Casada muy jóven, al fallecer su marido se lió con uno de los hermanos del sultán karajistano, a quien había conocido en un internado en Suiza. Tras un escándalo en el emirato por haberse publicado en Europa unas fotos “robadas” con su amante a bordo de un yate, Paulina llegó a temer por su vida y nunca más volvió a aquel país aunque últimamente se rumoreaba en la Prensa especializada que habían sido vistos juntos otra vez.
Insensata, simpática, inocentona y mimada, era público y notorio que su cortijo gaditano, el mismo en el que la había encontrado la muerte, se había convertido en una especie de venta de paso por el que campaban a sus anchas rufianes de todo tipo comandados por el último de sus amantes: Jesús Jiménez “El Enterao”, un torero sin suerte con redaños sólo para dar “sablazos” y torear maridos engañados.
El fallecimiento se produjo por un fuerte golpe en la región occipital. En las imágenes tomadas por el fotógrafo judicial, Paulina aparecía tumbada, decúbito supino, y todo indicaba que había resbalado en la bañera y se había desnucado contra el borde cayendo en su interior y arrastrando en su caída la cortina y la repisa con la esponja y las orquillas. Una de ellas, había quedado encajada entre el desague y el tapón.
“Todo parece normal - me comentó mi amiga- pero teniendo en cuenta la relevancia social y política de su familia y su lío con aquel emir, no estaría de más que le echaras una ojeada al asunto.”. Dicho lo cual, me tendió el informe.
El cuerpo había sido descubierto, oficialmente, el lunes por la mañana por la asistenta y, dado el estado de conservación del cuerpo, el médico forense había estimado la hora del óbito entre las doce de la noche y las seis de la madrugada del lunes. En los omoplatos, en la zona lumbar, los glúteos y pantorrillas aparecían unas pequeñas quemaduras o rozaduras que preocuparon al médico pero que muy bien podrían haber sido hechas por su amante torero, al que tiempo atrás había denunciado en un programa televisivo por malos tratos aunque luego habían hecho las paces.
Le pregunté a la encargada de la limpieza, una mujer que había cuidado de Paulina desde niña, si había notado algo raro o había echado algo en falta.
-Esta casa era un descontrol muy grande. La pobre señorita era tan buena... Ayudaba a quien se lo pedía: todos tenían la puerta abierta cuando ella estaba... Para robar poco había ya, todos los objetos de valor se fueron marchando. ¡Con la de gente que conocía y tener que morir sola, sin nadie a su lado! Me llamó y me dijo que estaría en el cortijo el fin de semana y que viniera a limpiar el lunes. ¿Qué si me chocó algo?: Sí, que todas las puertas, ventanas y cancelas de la casa estaban cerradas y que se habían fundido los plomos. Seguramente no le dio ni tiempo a abrirlas. Era lo primero que hacía siempre. Me solía decir: “María déjate de encender los aires acondicionados que eso no es bueno. Lo sano es el olor del campo”. También me extrañó que el grifo estuviera puesto en función bañera cuando ella siempre se duchaba...
Hacía calor, le pedí a la buena mujer que me trajera un vaso de agua con hielo pero volvió diciéndome que no quedaba ni uno. Recorrí la casa pensativo. Algo más no encajaba: los termostatos de todos los aires acondicionados estaban al máximo...
Le dije entonces a Mercedes que llamara a la embajada de Karajistán y que preguntara si el emir se encontraba en España y, como me imaginaba, se había marchado el sábado en su jet privado. Crimen resuelto pero sin poder meter al asesino entre rejas.
SOLUCION .
¿Cómo lo supe? Voy a reconnstruir los hechos tal y cómo yo los veo: el hermano del sultán y Paulina llegan al cortijo: ella le intenta chantajear y se pelean. En la lucha ella se propina, o le da, un fuerte golpe en la nuca. El servicio de seguridad que acompaña siempre al emir le quita de la escena del crimen y le monta en el avión. Mientras, otro grupo va recreando otro escenario: llenan la bañera de hielos (de ahí las quemaduras en la espalda, glúteos y pantorrillas) y ponen el tapón pero cuidando de colocar una orquilla para que el agua del deshielo vaya desapareciendo poco a poco y no deje una pista indeseable sobre la hora real de la muerte al forense. Para retrasar aún más la estimación pericial pusieron los termostatos de ventilación al máximo y cerraron todas las puertas y ventanas. Programaron después una televisión o un aparato eléctrico para una determinada hora de la madrugada del lunes de modo que la sobrecarga de luz fundiera los plomos y volviera a confundir al forense sobre el estado de conservación del cadáver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario