Jaime Barrientos González

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1 oct 2009

Los extraños casos del Doctor Normand


ASESINATO EN PRIMETIME ó ESTORNUDO MORTAL

La muerte, en directo, de Ramona Sarmientos, vaca sagrada de la Prensa del corazón, fue la comidilla de aquel caluroso Verano en el que las temperaturas rebasaron los 40 grados a la sombra. No soy asiduo a esos programas llenos de insultos y descalificaciones en el que tres o más periodistas sacan los trapos sucios de esa cohorte de populares y famosillas cuyos únicos títulos en esta vida son los de haberse metido entre las sábanas de alguna vieja gloria de la canción o, en el caso de ellas, haber abierto sus piernas a algún gigoló de medio pelo venido de allende los mares y por eso, en principio, el asunto me resbaló bastante.
No sería hasta dos días después que la noticia comenzó a interesarme y lo hizo sólo porque mi amigo, el inspector Salueña, me dijo que el fallecimiento de la conocida periodista, azote de faranduleras y desocupados, no había ocurrido por causas naturales sino que era fruto de un asesinato: al hacer la autopsia el forense había detectado cianuro en sus venas.
Acudí raudo a la comisaría y allí pude ver no sólo el video de lo que había sido emitido en antena sino lo que las otras dos cámaras del plató habían grabado.
En el primero, el que había contemplado toda España, se podía ver, en el lado izquierdo, y en un extremo, al experto en cotilleos Carlos Gabriel Márquez; en medio, a la difunta periodista y ,a su lado, al divertidísimo e incisivo Johny Fernandez Palau. En el centro, como siempre, el moderador del programa La Lotería, y, enfrente, a unos cinco metros de distancia de los reporteros, al desmesurado y excesivo Pololo González-Riú, a la autocalificada de vidente María Portos Justel y a la acompañante sucesiva de ricos empresarios, Manola Gañanal.
El espacio comenzaba, como siempre, con un tono bajo pero poco a poco y también como era habitual, se iban sucediéndo las invectivas: “Que si tú has dicho que yo he dicho lo que no he dicho”, “que si el otro has vendido unas fotos que yo le presté”, “que si las drogas de diseño le han embotado el cerebro a la de más allá”, etc. Así hasta que la astróloga, se puso en pié presa de uno de esos ataques de nervios que le han hecho famosa y, dirigiéndose a Ramona, le espetó: “¡Yo te maldigo!, ¡Te voy a hacer un conjuro más negro que el sobaco de un mono!, ¡tu muerte está cercana!, ¡Tu fin está próximo!”.
No habían pasado ni tres segundos cuando la periodista a quien iban dirigidas estas palabras se derrumbó en medio del plató cuan larga era. Ni que decir tiene que este programa arrasó con todas las previsiones de audiencia.
El forense dictaminó que la muerte había sido consecuencia del potente veneno y que le había sido introducido en la parte frontal izquierda del cuello mediante algo que parecía una picadura de mosquito pero que era imposible saber la trayectoria del pinchazo ni el arma que se había utilizado para inocularle la droga letal...
Como la muerte le había venido de frente pero ligeramente aal lado izquierdo el primer detenido había sido Carlos Gabriel, que no paraba de clamar por su inocencia en los calabozos del Juzgado de Guardia y, la segunda, la pseudoastróloga que la había amenazado..
Al repasar el programa me chocaron los estornudos que en la segunda parte del espacio no paraban de soltar los personajillos invitados hasta el punto de que una de las azafatas tuvo que proveerles de un paquete de pañuelos de papel a cada uno pero mi amigo el inspector me dijo que no me preocupara, que era habitual que algunos de ellos acudieran al plató rellenos de cocaína hasta las cejas...
Tras el video que se había emitido pedí ver el que había grabado otra de las cámaras, la que enfocaba el lado izquierd y en principio nada me chocó, En él, además de los perodistas podía verse todo lo que se encuentra tras la cámara principal,: el otro operador de cámara, su ayudante, la regidora dando órdenes y escuchando el micrófono que la conectaba con la sala de dirección, y uno de los electricistas, que, tras sacar de su caja de herramientas algo que parecía un destornillador, se sonaba la nariz con un pañuelo de tela porque también él, parecía estar afectado por la extraña ola de estornudos .
Al verlo le dije a mi amigo:: Suelta a la loca de las amenazas y al cotilla profesional, el asesino es el electricista.

SOLUCION 10
Efectivamente, cuando la Policía se personó en su vivienda se descubrió un frasco entero de cianuro. En su caja de herramientas se encontró también una de esas minineveras que llevan los médicos de urgencias con hielo seco en su interio, un frasquito con polvos pica-pica y una minúscula cerbatana, no un destornillador. ¿Cómo supe que había sido él?. Muy sencillo, en pleno agosto nadie suele llevar un pañuelo de tela en el bolsillo porque, aunque probable, es bastante infrecuente que alguien esté constipado y si está enfermo, no acude a trabajar. Los polvitos que hacen estornudar sirvieron para despistar y para que no fuera él el único sospechoso si se llegaba a descubrir que el veneno había sido inoculado desde cierta distancia. El forense no pudo descubrir la trayectoria del pinchazo ni el dardo porque era de hielo seco y, al derretirse no deja huella. ¿La razón?: era hermanastro de la famosa periodista,estaba a punto de perder su trabajo y ella no había movido un dedo para evitar su expulsión.

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